La Mar.


La Mar.

Maldita sea,  hoy quise escribirte otra vez.
Ha pasado tanto tiempo desde la última vez,
han pasado lunas y soles sin tu presencia, sin tu aroma, sin haber de ti físicamente,
yaces en mí, en mi piel, en mis recuerdos,
en mi corazón, en cada suspiro, en cada mirar a las estrellas,
en cada canción que me arranca melancolía donde ya no la hay.
Es indescriptible, pero es esa melancolía, es esa tristeza,
es  es la soledad las que son tus malditas aliadas,
las que saben de ti y saben de mí,
las que saben en qué momento hacerme sentir miserable de tus caricias y dependiente de tus sueños.
El olvido no es opción, nunca lo ha sido, tenerte tampoco,
por eso  solo importa lo vivido,
eso que me hará sentir por siempre el vago recuerdo de tu existencia infinita.
La locura también es tu aliada,
su desenfreno emocional me lleva hacia ese abismo donde el intelecto reposa
para dar paso a esa pasión inaudita que recorre cada centímetro de tu recuerdo.
Ante esta anarquía existencial puedo comprender que eso es también felicidad,
el caos de la vida misma, la angustia del clímax, el recuerdo de amar lo que nunca será.
Es  ese momento trágico  de tu despedida que la convirtió  en melancolía,
en el recuerdo que anhelo y en  la obsesión de abrazarte cada día  sin tu estar presente.

El Callejero.




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